Primer día de cole al regreso de las vacaciones de
invierno, revuelo en el reencuentro y una única conversación “pues a mí me han traído…”. No intento
otra cosa, la algarabía del momento me gusta.
En un par de días ya hemos pasado capítulo y la mirada
enfoca a la próxima fiesta.
El revuelo, en esta ocasión está entre papeles de
periódico y cola de empapelar o moco de
elefante, como nos gusta llamarlo. Da igual quién eres y de dónde vienes,
todos y todas nos entregamos con frenética actividad a hacer los muñecos de
tamaño natural.
L@s escolet@s acaban nadando en la cola, sus manitas
apenas se apañan para sujetar el papel mojado y colocarlo con tino; l@s grandes
se emplean en crear el esqueleto del monumento, clavo va, martillazo viene.
“¿Quién ha cogido
la escalera?” “ ¿Me ayudas con esto?” “ ¿Y Fer? Se ha ido al barranco con Miren
y Nacho a coger palets.”
Se revisa la maqueta de vez en cuando, hay que ser fieles
al diseño inicial, “que para eso lo hemos
votado entre tod@s ¿no?”.
Y así, poco a poco, va creciendo entre las manos en el
medio del jardín para orgullo y regocijo de todo bicho viviente.
El segundo viernes de marzo nos reunimos entorno a la
falla y la quemamos cuando anochece.
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